Reciclaje solidario

 

Desde hace algún tiempo; ha surgido un fenómeno que se podría denominar como reciclaje solidario; y que consiste en recuperar tapones de plástico como método de recaudación de fondos con fines sociales y/o solidarios. De este modo; una tonelada de estos cierres es vendida a las empresas pertinentes por una cantidad que oscila entre los 200 y los 300 euros. 

Pero ¿por qué están las empresas dispuestas a pagar por los tapones recogidos; si el plástico ya se deposita en el contenedor amarillo? Por dos razones: El plástico de casi  todos estos tapones o tapas suele ser valioso y de gran calidad para ser reciclado; ya que en el 99 por ciento de los casos se trata de un plástico no tóxico; que puede utilizarse en alimentación y que ; en gran medida; procede de plástico virgen; sin reciclar.

Al depositarse en el contenedor amarillo; junto a los briks; los metales y los envases a los que dan cierre; están mezclados con otros tipos de plásticos; en ocasiones de menor calidad; por lo que deben separarse en las plantas de selección por tipos de plástico; un proceso que conlleva una costosa tarea; económicamente hablando.

El fenómeno del reciclaje solidario se dio por primera vez; al parecer; en Castilla y León en torno al año 2011 con una asociación de personas discapacitadas; quienes alentadas por una actividad similar llevada a cabo en Francia; se dispusieron a recopilar esos tapones de distintos colores que en origen utilizaban como terapia para sus pacientes. Un tiempo después; la recolección era vendida a una empresa de reciclado de plásticos.

Desde entonces han sido incontables las campañas de recogida de tapones de plástico en todo el territorio español y siempre han estado ligadas a casos de niños o adultos con enfermedades raras o conocidas; pero en todos los casos con un problema económico subyacente. Con estas campañas ha sido posible comprar un vehículo adaptado a alguna discapacidad; una silla de ruedas o un tratamiento específico imposible de sufragar para una familia media española; entre otras cosas. 

Así que el proceso que comienza con la recogida de tapones en masa por parte de la ciudadanía anónima; continúa en las instalaciones de las plantas especializadas en la materia; donde se separa; limpia y acondiciona y; según la naturaleza del producto; se embala o tritura para optimizar su transporte. Posteriormente se transforma el plástico en granza y con ésta se fabrican nuevos productos que irán a las empresas distribuidoras y; posteriormente; volverán a encontrarse en las estanterías de los supermercados en forma de envases de detergente; botellas de leche; etc. 

Fuente: Revista Recupera